Corrí fuera de la torre a toda velocidad, como perseguido por una horda de demonios. Av. Apoquindo 4800, Torre 2, piso 21, Las Condes, Santiago – Chile. Cuando las bombas explotaron, estaba a unos treinta metros de la torre, no más; pero fue suficiente para salvar mi vida. Había estado al pie de la torre, y aquellas voces me habían ordenado huir. Aquellas voces que me habían salvado la vida. Hay que comparar lo que es comparable. En cada instante, me esperaba oír más arriba a los tipos que me habrían descubierto. Nada. Ni siquiera esa gran nada que éramos antes de nacer, pues al menos éramos una posibilidad. Ésa era la verdad objetiva, ni más ni menos. Si todavía estaba vivo allí, en aquel sofá, era porque las había oído, ¿ Allí, leía libros, montones de libros, sobre los que tomaba notas, montones de notas, y finalmente, acababa durmiéndome intentando no pensar. Allí, el Arco del Triunfo resplandecía bajo el cielo inmaculado.
Pero entonces oí pasos que se acercaban, bajo los que crujía el suelo de un viejo parqué de madera. No es el tipo de definición que tranquiliza. No era el tipo de riesgo que estaba dispuesto a correr. No puedo pensar en mi muerte por analogía a través de los demás, ya que mi muerte es única, incomunicable, y seré el único que la conozca. Es así. Y de todas maneras, sólo existo a través de vosotros. De todas maneras, detestaba mirarme en los espejos. Como no puedo oír sus pensamientos, no me cree. Como si no fuera suficiente con eso. «Pobre tipo.» Eso no podía ser una alucinación, ¡ Vivo, estoy vivo, y no es posible que eso termine. Se dice que un hombre es la suma de todas las opciones que éste hace en su vida. Entonces no, mi vida no se ve afectada por la muerte del otro, la experiencia de la muerte no es transferible, y, por tanto, ninguna muerte me hará aceptar la mía. La muerte es un grado de soledad todavía mayor que la vida. No hay mayor soledad que la que se siente frente a los demás. Los fallos. «Esquizofrenia paranoide: el sujeto puede estar convencido de que fuerzas sobrenaturales influencian sus pensamientos y acciones.» Mientras me fumaba un cigarrillo Camel, escribí frenéti camente todo lo que pude en un papel para no perder el hilo.
Apreté los puños y busqué nuevas fuerzas en lo más profundo de mi ser. No. Tenían que ser mentiras de mi cerebro enfermo, simples mentiras, alucinaciones. Si había sobrevivido era porque las voces de mi cabeza no eran alucinaciones. Noté que los latidos de mi corazón se aceleraban y oí voces confusas que se peleaban en mi cabeza. Al contrario, la desaparición de los demás me recuerda la fatalidad que me espera, sin permitirme pensar, y todavía menos aceptar, mi propia muerte. Pero no debe olvidar que es un problema, no una fatalidad. En cada momento, esperaba ver que guiñara los ojos como había resplandecido el objetivo de la pequeña cámara de vigilancia. Vivo. Y a la mañana siguiente, sentado frente al televisor, después de haber pasado una noche alelado en el gran salón blanco de mis padres, con los ojos fijos en la pantalla, me acordé repentinamente de algunas frases.
Sí, haber sobrevivido sólo podía significar una cosa: yo no era un esquizofrénico. Mientras el otro siga siendo otro, seremos víctimas de una eterna incomunicabilidad por mucho que intentemos evitarlo. A veces, siento ganas de estar con otro, pero ¿ Veo el cuerpo del otro, pero jamás veo su espíritu. 10. Veinticuatro horas después del atentado de la torre SEAM, los periodistas eran todavía incapaces de dar el recuento exacto. Habían pasado veinticuatro horas desde los atentados. —¿Puede usted volver pasado mañana? No sé muy bien qué me ha pasado. Y además, realmente no es que la frase no tuviera sentido, sino que más bien parecía tener uno muy profundo que se me escapaba completamente: una realidad que no podía percibir, pero que escondía una misteriosa coherencia. Muchas camisetas de baloncesto NBA lucen independientemente del equipo que seas, seguro encuentras las tuyas y sino siempre podéis preguntarnos para ayudaros. «El pánico tener atentado sino mañana.» Sentí que mi cabeza daba vueltas.
Y entonces el pánico se apoderó de mí por completo. Y mi interpretación del otro es forzosamente inexacta, igual que la que vosotros hacéis de mí. Sólo soy un sujeto para mí mismo. Muy pronto, había llenado centenares de páginas, que tiraba al suelo alrededor del sofá y que se amontonaban como en otoño las hojas al pie de un árbol. Es así, forma parte del ser humano. Sabía con seguridad que había existido, que era parte de la realidad. El sueño es la prueba, si es que era necesaria, de que nuestro cerebro es capaz de fabricarse sensaciones que se parecen a una cierta realidad. Decían que probablemente había más de mil victimas. Llevaba años intentando ignorar las voces que hablaban en mi cabeza y no darles importancia. En mi cabeza resonaban miles de voces. La gente se apartaba a mi paso, como se aparta de un vagabundo que huele a basura y suciedad. Su manera de hablarme como a un adulto, especialmente. Es la mejor manera de no verla llegar. Pero, entonces, ¿se puede ser un hombre si uno no se acuerda de ninguna de estas opciones?
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