Dicen los entendidos que los nobles y la realeza de ambas ciudades se casaban para fortalecer el poder político. Carmen, «tenía una entereza, una fortaleza y unas herramientas que me permitían reaccionar con enfado, pero él fue poco a poco haciendo un trabajo de debilitamiento, me generaba dudas y una inseguridad que te mina hasta un punto en el que estás destruida y no puedes decir basta, te echas la culpa y lo justificas».